Por Joan Francesc Peris, Portavoz de Los Verdes
Con una enorme alegría, recibí la notificación que me remitía la Fiscalía Provincial de València, con fecha de 16 de agosto de 2016, con el Decreto dirigido a la Conselleria d’Agricultura, Medi Ambient, Canvi Climàtic i Desenvolupament Rural, como acción previa a un proceso contencioso-administrativo que interpondría la propia Fiscalía, en el que se solicita la Revisión de Oficio por nulidad de pleno derecho parcial de la Resolución de 22-V-15 de la entonces Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente por la que se aprobaba definitivamente el Plan Especial de la Marjal de Gandia y la Alqueria del Duc y del Plan Especial de Reserva de Suelo Dotacional Deportivo. Cabe decir que participé en las diligencias previas como interesado en el expediente pues, en su día, presenté como portavoz de Los Verdes de Gandia un recurso ante el Ayuntamiento, gobernado por el PP entonces, con muy parecidas razones jurídicas por las que ahora la Fiscalía pretende anular el que prefiero llamar minicampo de golf dentro del suelo protegido por su alto valor ecológico e hídrico de nuestra Marjal.
Durante los 12 años que tuve la responsabilidad de la gestión medioambiental del Ayuntamiento de Gandia, aprendí muchas cosas pero, sobre todo, entendí tanto el valor incalculable de la Marjal, espacio protegido por la ciudad desde 1983, cuando se realizó por consenso de todas las fuerzas políticas locales el primer Plan General, como los múltiples intereses confesables y no tan confesables que se esconden o se esperan concretar para el beneficio de bien pocos en ese suelo.
La Marjal, un hábitat geográfico que va mucho más allá del límite de nuestro término municipal y llega hasta Tavernes de la Valldigna bajo la denominación de Marjal de la Safor, no está protegido porque lo dice la legislación por capricho sino, al revés, la legislación lo protege porque sus valores naturales de biodiversidad y, no lo olvidemos, sus recursos hídricos son estratégicos para el presente y futuro de las personas. Por eso, una de mis mayores preocupaciones desde entonces, junto con los temas de los servicios básicos como era y es la gestión de la red del agua potable y su calidad o la problemática de nunca acabar de los residuos sólidos urbanos, fue conservar, proteger, restaurar la Marjal, evitar su degradación o la entrada en ella de usos que la alteren, intentar difundir sus valores entre la ciudadanía y actuar en la medida de las posibilidades presupuestarias. En aquellos años, desde el Ayuntamiento de Gandia, con ayudas de otras instituciones y fondos incluso europeos, pudimos restaurar los Ullals -el de l’Estany, la Perla y el de Baix– al lado de la Alqueria del Duc, de los que hoy se puede sentir muy satisfecha toda la gente que los visita. Ese era el primer paso de un plan mucho más ambicioso que, a petición nuestra, preparó el equipo de Sehumed y que se editó por mi departamento municipal.
Después del 2007, vinieron otras políticas y otras prioridades que acabaron, entre otros males como el endeudamiento brutal o temas como el canon del agua -ahora, también en solfa-, con un Plan Especial de la Marjal elaborado en tiempos de Arturo Torró que se empeñaba en meter con calzador, forzando la letra y el espíritu de la legislación, una buena parte de la Marjal convertida en campo de golf. No sé si al final la Conselleria actual -o la justicia después- nos dará la razón a todos aquellos que creemos que con la ley en la mano es inviable el uso deportivo de campo de golf dentro de la Marjal, pero, personalmente, estoy convencido de que sí y es una gran alegría que, esta vez, no estemos solos los conservacionistas sino sea justamente la Fiscalía quien también lo piense. Con ese convencimiento, al que llegué no por el no al golf por el no, sino por el estudio del Plan Especial de la Marjal desde toda la legislación existente, nunca esperaba que el nuevo Ayuntamiento de Gandia, con mayoría del PSOE y Més Gandia, desistiría del recurso que había presentado contra la aprobación del Plan Especial del PP. No sé que pudo decir Ciudadanos en aquel momento y tampoco es cuestión de que ahora no haya dinero para hacer el campo de golf, pues dijera lo que dijera, o haya dinero o no, si lo que se pretende hacer en un espacio protegido, campo de golf o lo que sea, altera sus valores naturales y, sobre todo, no asegura sus recursos hídricos, es ilegal y, por lo tanto, creo, personalmente, que se debió mantener el recurso hasta el final.
Pero ya es agua pasada y, ahora, se abre una gran puerta a la esperanza de que la Marjal no sufrirá la agresión que hubiese supuesto el campo de golf. Estoy convencido de que la actual Conselleria, en manos de los mismos partidos que gobiernan Gandia, atenderá la petición de la Fiscalía y desaparecerá para siempre el peligro que acechaba. Después, se debería ir más allá y sería el momento de revisar completamente el Plan Especial de la Marjal, incluir en el debate la zona del Auir y apostar decididamente por la creación de un gran espacio natural agroambiental conjunto desde la Playa del Auir hasta la Alqueria del Duc que podría generar, con su conservación, regeneración y adecuado uso ecoturístico y de agricultura compatible con los recursos hídricos de la zona húmeda, mucha más economía, puestos de trabajo y futuro para Gandia que un minicampo de golf que suponía un gran riesgo para los valores naturales e hídricos de la Marjal.
Cabe constatar que, personalmente, no tengo nada contra el deporte del golf, pero sus costes hídricos y sus afecciones a los valores naturales de la Marjal lo hacen incompatible con la protección, conservación y regeneración de las zonas húmedas tan valiosas como nuestra Marjal de Gandia y la Safor. Además, en estos tiempos de sequía y cambio climático, cada vez están más lejos las posibilidades de este deporte, nacido en países de clima atlántico donde la lluvia sí que sabe llover y se tiene por castigo. Aquí y ahora, solo hay que acercarse al pantano de Beniarrés para saber la verdad.